Arturo Ramos
El retablo ayacuchán, un arte andino con cientos de años de presencia en Perú, nunca estará destinado a la extinción. ¿La razón? Porque aún existen otros jóvenes artesanos como José Arturo Ramos Vallejo es la prueba irrefutable de ello. Trabaja cuidadosamente estos coloridos dioramas para convertirlos en una forma de vida rentable.
Un descendiente de generaciones de artesanos en cuyas manos descansa el futuro de la identidad de un pueblo andino. “Siento un poco de orgullo de vivir en Ayacucho con toda su riqueza cultural. Pero también me siento mal porque algunas culturas se están perdiendo”.
“Mi deseo es que la gente acepte lo que queremos comunicar con nuestras vivencias y folklore. Espero motivar a más personas a dedicarse a este arte y quiero que aprecien lo que ofrecemos con nuestros retablos”, dice.
Debido al COVID-19, Arturo Ramos volcó su creatividad para crear una mascarilla facial de dos rellenos pintada a mano de alta calidad. Demostró ser una nueva sensación de la moda, muy bien aceptada entre su clientela que se está enamorando de su nuevo trabajo pero también porque está ayudando a muchas familias que trabajan con él a confeccionar estas mascarillas.